¿Peón o actor? Chile en la Guerra Fría (1962-1973)

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Resumen

En estas páginas, Joaquín Fermandois plantea que la documentación presentada en esta edición de Estudios Públicos —la conferencia ofrecida por el embajador Edward M. Korry, el trabajo de las historiadoras Olga Uliánova y Eugenia Fediakova, así como los documentos anexos— tiene que ser comprendida en el contexto de las tensiones ideológicas del siglo XX de las que Chile fue testigo y parte. El país ha sido extraordinariamente sensible al desarrollo de la política mundial. Su vida política reflejó simultaneidad con la evolución de los acontecimientos mundiales. Esto explica —señala Fermandois— que en la polarización de los años sesenta y comienzos de los setenta, norteamericanos y soviéticos se multiplicaran en sus esfuerzos por promover en Chile políticas acordes con la lectura que hacían de sus propios intereses. Pero los actores chilenos no eran meros peones; estaban convencidos de que en esos términos —socialismo, libertad, mundo libre, antiimperialismo— se jugaban sus propios intereses. El embajador Korry fue testigo de esta interrelación, desde el enamoramiento de la administración Kennedy con la posibilidad de un gobierno ‘reformista’ en los años sesenta, pasando por el financiamiento vago y estéril a una campaña anticomunista en 1970, hasta su propia recomendación de apoyar a las fuerzas de oposición al gobierno de la Unidad Popular. Por otro lado, los soviéticos financiaron al Partido Comunista y veían con gran simpatía a la Unidad Popular. A su vez, ofrecieron tentadores créditos al Ejército chileno con la idea de ‘peruanizarlo’ a mediano plazo. Pero no estaban dispuestos a ayudar a la ‘experiencia chilena’ con un subsidio semejante al entregado a Cuba. A pesar de ello, sus admiradores criollos tenían a Moscú como el paradigma regulador de la política chilena.

Joaquín Fermandois
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