En esta conferencia, el autor arguye cómo el gobierno bolchevique instaurado después de la Revolución de Octubre, dada su falta de legitimidad, debió recurrir casi de inmediato a la mitificación de sus acciones y de la Revolución en general. Este esfuerzo mitificador, persistente en su afán por controlar la memoria colectiva, se mostró luego fundamental para sostener el régimen soviético. Éste cae, de hecho, cuando envejecen las razones que justifican su existencia.